miércoles

DJANGO


DJANGO
1966
Italia/España
Director: Sergio Corbucci
Guión: Sergio y Bruno Corbucci.
Fotografía: Enzo Barboni.
Montaje: Nino Baragli y Sergio Montanari.
Música: Luis Enríquez Bacalov.
Productores: Sergio Corbucci y Manolo Bolognini.

Intérpretes:
Franco Nero, Loredana Nusciak, José Bódalo, Eduardo Fajardo, Ángel Álvarez, Rafael Albaicin, Gino Pernice, Luciano Rossi, Jose Terron, Silvana Bacci, Simon Arriaga, Ivan Scratuglia, Erik Schippers, Jose Canalejas, Remo de Angelis, Rafael Vaquero, Guillermo Mendez.

SINOPSIS: Django es un enigmático pistolero que vaga sin rumbo arrastrando un ataúd y se enfrentará a dos facciones (un grupo de sudistas liderados por el Coronel Jackson y unos revolucionarios mejicanos a cuyo frente se encuentra el general Rodríguez) que se disputan el control de un pueblo semi abandonado situado en la frontera entre Méjico y los Estados Unidos.

Estamos ante un spaghetti que se convirtió en un film de culto entre los aficionados a este subgénero y fue fundamental para el desarrollo del western hecho en Europa. El largometraje comienza con un ataúd arrastrado por un hombre y termina con un plano de una cruz sobre la que se apoya un colt, entre ambas imágenes se nos cuenta una historia con marcadas connotaciones religiosas sobre el pecado, la culpa y la redención (el pistolero tras ser sometido a una brutal tortura se da cuenta de que se ha dejado llevar por la codicia y acaba lo que debió haber hecho mucho antes). Las referencias religiosas son numerosísimas: el héroe se comporta como un ángel exterminador que libra a los oprimidos, aunque sea buscando su propio beneficio, de un “ejército” extranjero (nos encontramos en un territorio fronterizo entre México y los EEUU); la primera persona a la que salva es una prostituta de nombre María que, cual María Magdalena, le será fiel durante todo el film; el protagonista será traicionado y torturado por aquellos a los que vino a liberar; el ejército extranjero está compuesto por cuarenta hombres, número mágico que se repite en las Escrituras; el dueño del saloon que le prestará ayuda tras haber sido torturado y protegerá a María se llama Nathaniel, nombre hebreo que significa algo así como regalo de Dios; son numerosas las referencias a la cruz y al fuego como elemento purificador de los pecados, etc.

Coproducción de 1966 con la que su director Sergio Corbucci, que había ya participado en otros dos eurowesterns (“Masacre en el Gran Cañon” y “Minessota Clay”) se convirtió en uno de los mayores representantes de este subgénero, al mismo tiempo que su protagonista Franco Nero, que había intervenido como actor secundario en algún film, paso a ser una de las mayores estrellas del western hecho en Europa. Además repetirían colaboración en otros dos proyectos fundamentales del primero: “Salario para matar” y “Los compañeros” ambas ambientadas en plena revolución mejicana y en las que Nero prácticamente repetía el mismo personaje de mercenario europeo.
El gran acierto del spaghetti, para mí, es que Corbucci lleva más lejos los postulados y hallazgos de Sergio Leone:

Al trasladar la acción de los soleados parajes de Almería a los embarrados paisajes de Madrid y alrededores (el film se rodó básicamente en Colmenar Viejo y La Pedriza) consigue potenciar la estética sucia, feista y desaliñada, mostrándonos a unos personajes que, con sus ropas ajadas y llenas de barro, se desplazan por auténticos lodazales. Y a esto hay que añadir un pueblo fantasma, decadente y semi abandonado en el que sólo permanecen el dueño del saloon y unas decrepitas prostitutas (la presentación de las mismas es sensacional).

Hay una mayor exaltación de la violencia. La película no es solamente uno de los spaghettis en los que hay más muertos, por lo menos de los que yo he visto, sino que se caracteriza por la crudeza, ya apuntada en su anterior western, de las escenas violentas: la flagelación a María, la presentación de Jackson en una especie de tiro al blanco con mejicanos, la famosa en la que el general Rodríguez, al que se nos muestra tan cruel y sádico como Jackson, le corta la oreja a uno de los hombres de Jackson y le obliga a comérsela (que inspiró a Tarantino para otra no menos famosa en su “Reservoir Dogs”) o aquella en la que el director se recrea mientras los hombres de Rodríguez fracturan las manos de Django (idea que retomaría en su, superior para mí, “El gran silencio”). Por lo que no es extraño que en 1966 tuviera problemas para ser estrenada en algunos países (en España se estrenó censurada y en Gran Bretaña no se pudo ver, por lo que he leído, hasta 1993)

Se potencian los rasgos característicos del antihéroe leoniano, así se incrementan su laconismo y su amoralidad (tanto el Hombre sin nombre como el Manco, a pesar de caracterizarse por su codicia, son capaces de llevar a cabo algún tipo de actuación que muestra cierta generosidad por su parte, mientras que aquí Django busca, casi hasta el final, su propio beneficio). Por otra parte, Corbucci nos regala un puñado de escenas de gran impacto que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los spaghettis, permanecen en la memoria:

-El comienzo con el protagonista arrastrando el ataúd (símbolo de un doloroso pasado) por el fango es hipnótico y te engancha al film, además de mostrarnos a un hombre que parece vagar sin un rumbo fijo.

-El enfrentamiento con los hombres de Jackson con Django sosteniendo la ametralladora es sensacional.

-El desenlace es portentoso y de una riqueza visual pocas veces superada en este subgénero, y en el mismo se nos muestra, por fin, a un héroe que en un supremo esfuerzo consigue regresar al camino recto abandonado por él mucho tiempo atrás.

Y a todo esto hay que añadir una sobresaliente labor de ambientación obra de uno de los más grandes profesionales de este subgénero, Carlo Simi y una estupenda banda sonora del argentino Luis Enriquez Bacalov que cuenta con una gran canción principal, de gran éxito en su época, repetida a lo largo del largometraje en distintas variaciones y una serie de acertados y variados temas incidentales, algunos de inspiración mejicana, bien insertados en la acción aunque lógicamente no están a la altura del principal.

En cuanto a las interpretaciones, Franco Nero creo que está magnífico como el letal pistolero de pocas palabras, porque ya se sabe que en un país donde “una palabra es poco y dos demasiado” hay que ser muy duro para poder sobrevivir. Junto a él Loredana Nusciak, mujer de gran belleza, encaja perfectamente en el papel de María la prostituta a la que salvará Django y será quien, con su actitud, consiga que éste se redima y dos estupendos secundarios que desarrollaron una fructífera carrera, con abundantes apariciones en este subgénero: Eduardo Fajardo como el cacique norteamericano y José Bódalo como el jefe de los bandoleros, dos seres que representan las dos caras de una misma moneda. Ambos cumplen con sus papeles, pero creo sinceramente que se les podía haber sacado más partido si se hubieran desarrollado algo más sus personajes que están bastante estereotipados, el primero como racista hombre del sur con un comportamiento cercano al del Ku Kus Klan, mientras que el segundo se nos presenta como un mejicano un tanto inculto, mujeriego y juerguista. Mención aparte creo que hay que hacer de Ángel Álvarez, otro de esos grandes secundarios del cine español, que está perfecto encarnando a Nathaniel.

Hasta aquí los que, para mí, son los aspectos positivos del film que explicarían la fama del mismo, pero creo, tras haberla visto tres veces en el último año, que donde flojea es en la propia historia (sospechosamente parecida a la de “Por un puñado de dólares”), así tras unos cuarenta minutos de ritmo trepidante y con una gran labor en la dirección de Corbucci, la película decae enormemente en la parte central aproximadamente a partir de la innecesaria escena de la pelea en el barro de las prostitutas y con la llegada de los bandoleros mejicanos, y ya no volverá a remontar hasta la portentosa escena del cementerio. En esta parte parece que la película va dando bandazos y la historia, además de perder credibilidad, se caracteriza por su indefinición. Incluso el trabajo de Corbucci se vuelve más rutinario.

En definitiva, y a pesar de sus imperfecciones que en todo caso creo que son menores que sus hallazgos, una película clave en la evolución del spaghetti western que resume como pocas las características estilísticas y temáticas de este subgénero. Imprescindible tanto para cualquier aficionado como para el que quiera comprender en qué consistió el western hecho en Europa.

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