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EL DESPERADO


EL DESPERADO
1967
Italia
Director: Franco Rossetti
Guión: Ugo Guerra, Franco Rossetti, Vincenzo Cerami
Fotografía: Angelo Filippini
Música: Gianni Ferrio

Reparto:
Andrea Giordana, Rosemarie Dexter, Franco Giornelli, Dana Ghia, Piero Lulli, Aldo Berti, Giovanni Petrucci, John Bartha, Giuseppe Castellani, Giorgio Gruden, Gianluigi Crescenzi, Sandro Serafini, Antonio Cantafora, Pino Polidori, Andrea Scotti, Dino Strano, Claudio Trionfi, Osiride Pevarello

Spaghetti de nacionalidad italiana de 1967 producido por la pareja Ugo Guerra y Elio Scardamaglia, este último con bastante experiencia en el péplum, a través de las productoras Daiano Film y Leone Film, dos pequeñas compañías que nos ofrecieron algunas muestras notables en este género como, las ya comentadas en este blog, “Johnny el vengador” (Enzo G. Castellari, 1968), “Forajidos implacables” (Alberto Cardone, 1969) o “Los desesperados” (Julio Buchs, 1969).

En esta ocasión contaron como director, en su única incursión en este subgénero, con Franco Rossetti, un cineasta más conocido por su faceta como guionista, sobre todo en el spaghetti western con títulos como la imprescindible “Django”, la magnífica “Adiós Texas”, o las interesantes “El clan de los ahorcados” y “La puerta del infierno” (todas ellas cuentan con sus correspondientes reseñas); que como director, ya que tan sólo se puso detrás de la cámara en siete ocasiones más, con resultados discretos. Por lo que es una lástima, dado el nivel alcanzado con esta película, que no rodara más westerns.

SINOPSIS:
Steve Blasko, un forajido sin escrúpulos, tras ser salvado de la horca por su amigo Jonathan topará con un moribundo oficial sudista que antes de morir le revelará la existencia de 75.000 dólares custodiados por su padre en Overton. Con la finalidad de apoderarse del preciado botín no dudará en suplantar la personalidad del oficial muerto y se dirigirá a la citada ciudad, en realidad un pueblo abandonado debido a una epidemia de cólera, en donde todavía habita el padre invidente del oficial sudista. Pero hasta allí llegarán dos desertores confederados y un grupo de pistoleros que pretenden apoderarse de un cargamento de oro confederado, y cuya presencia trastocará trágicamente los planes de Steve.

Película amarga, dura y sin concesiones con la codicia como tema principal, un deseo que termina por matar a los hombres, tanto desde el punto de vista moral (la mayoría de los personajes se convierte, ante la promesa de una riqueza futura, en bestias despojadas de cualquier atisbo de humanidad), como física (la avaricia les conducirá a un único camino criminal y a su propio aniquilamiento). Al mismo tiempo que se caracteriza por su tono desesperanzado, ya que prácticamente niega a aquellos que han tomado este camino la posibilidad de redimirse y con ella la esperanza de una nueva vida alejada de la violencia y el delito.

El filme cuenta con un guión bastante elaborado en el que participaron, entre otros, Vincenzo Cerami (novelista, dramaturgo y guionista, coautor de la ya reseñada en el blog “Tierra de gigantes” y nominado al Oscar por “La vida es bella”), el propio director, que retomará de “Django” el escenario en donde se desarrolla la parte central del filme (un pueblo prácticamente abandonado y lleno de barro que contrasta con los paisajes soleados y secos de sus alrededores) y Ugo Guerra (que en la posterior “Los desesperados” volvería a la idea de la epidemia como elemento dramático fundamental en el desarrollo de la historia), que presta especial atención a los diálogos, constituyendo un claro ejemplo el interrogatorio, con respuestas profundamente escépticas, al que somete Jonathan a Steve tras salvarlo de la horca ("¿Qué has hecho en estos últimos dos años? ¿Dónde has estado?". “Aquí y allá”. "¿Haciendo qué cosa?". “Viviendo”. “¿A dónde vas ahora?”. “Lejos de aquí”. "Siempre solo ¿no?". "Nací de esa manera"); y estructura el largometraje en tres partes:

- La introducción en la que se plantea la historia, se abre con una gran y violenta escena y sirve para mostrarnos la catadura moral del protagonista que no duda en disparar por la espalda a los individuos que quisieron lincharlo, al mismo tiempo que se plantea dejar sin enterrar al oficial moribundo porque según sus propias palabras no tiene tiempo.
- La parte central que se desarrolla en el pueblo fantasma de Overton, todo ella magnífica por el suspense y la atmósfera opresiva creados. En la que destacan las imágenes tormentosas nocturnas del pueblo como metáfora del explosivo carácter de los bandidos y del conflicto que se va a vivir, idea que me recordó a otros westerns tanto hechos en Europa (“Keoma”), como en Estados Unidos-(la mismísima “Sin perdón”) y, sobre todo, la larga y excepcional secuencia que se inicia tras ser capturado Steve y finaliza con un plano general en el que se ve a los pistoleros marcharse tras haber provocado la desolación, que por su fuerza, dramatismo, crueldad, brutalidad, planificación y montaje, creo, debería formar parte de la antología del euro western. Supongo que es por esta escena por lo que éste es uno de los spaghettis favoritos de Tarantino.
- El final en el que Steve, tras “resucitar”, da rienda suelta a su salvaje venganza. Lástima que, para mí, sea la parte más convencional y floja del filme, con un plan bastante simple y en la que se pierde el tono de profunda amargura, con unos Estados Unidos devastados por la guerra y unos soldados sudistas a los que sólo les espera la muerte o la deserción y el bandidaje, que presidía la película. Tono sólo recuperado al final de la misma.

Además, desde el punto de vista técnico, es una película con una factura impecable en la que destaca la estupenda labor del director de fotografía, Angel Filippini, y una gran labor de ambientación, fundamentalmente en el pueblo de Overton. Y a ello hay que añadir una buena banda sonora del habitual Gianni Ferrio con una melodía, “El desperado”, muy bien cantada por John Balfour que se repite con distintas variaciones, además de contar con varios temas muy acertados, bien utilizados y apropiados para la historia narrada.

El último elemento sobre el que se sostiene el filme son los actores, que en esta ocasión cuentan con personajes bastante interesantes caracterizados todos ellos por vivir al margen de la sociedad. Para el papel de Steve se escogió al galán Andrea Giordana, actor nacido en el seno de una familia relacionada con el cine (su madre, por ejemplo, era la actriz británica Marina Berti), que sólo rodó cuatro westerns pero de gran calidad (al año siguiente lo encontraríamos en “Johnny el Vengador” y en “Cuanto cuesta morir”, ambas ya reseñadas).

En este filme, bajo el horroroso seudónimo de Chip Gorman, creo que transmite con acierto la complejidad de su personaje, un brutal pistolero que pierde toda posibilidad de regeneración al dejarse llevar por sus instintos asesinos y por su lado más oscuro en el tramo final de la película. Junto a él dos personajes femeninos que, como en “Arizona Colt” (película ya comentada en la que también participó en la producción Elio Scardamaglia) representan tipos muy diferenciados, por un lado la virginal Katy, a la que da vida Rosemary Dexter, quizás la última oportunidad de Steve para reinsertarse en la sociedad, y por otro la mundana Lucy, a la que prestó su rostro Dana Ghia, antigua amante de Steve y todavía enamorada de él que en un momento dado jugará un papel importante.

Además también aparecen un flojo Franco Giornelli, actor de exigua carrera, en el rol de Asher, el líder de los bandidos que, creo, hubiera necesitado de un actor con mayor presencia, y el recurrente en este género Aldo Berti como Jonathan, un peculiar personaje, que recuerda al interpretado para “Un dólar entre los dientes” (película con su correspondiente entrada en este blog) al que le gusta disfrazarse de sacerdote y de juez, en lo que, creo, constituye una crítica velada a ambas instituciones. Mención aparte hay que hacer de Piero Lulli dando vida a Sam, el padre ciego de Steve, un personaje inhabitualmente positivo en su carrera con el que vuelve a demostrar que era uno de los grandes secundarios con los que se contó en este subgénero.

En definitiva, “El desperado” me ha parecido, a pesar de ciertos aspectos menos logrados (por ejemplo parece bastante improbable que Steve pueda timar a Sam haciéndose pasar por su hijo o el comentado e inferior tramo final) una pequeña joya poco conocida a descubrir por cualquier aficionado al spaghetti. (TEXTO 800SW)

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